Para Erich Fromm no lo somos. Este psicólogo, psicoanalista y sociólogo del siglo XX nos dejó muchas ideas muy interesantes que aún se siguen cumpliendo. Para él la individualidad en el mundo capitalista moderno es simplemente una ilusión, en la que la gente cree que es libre de elegir y elige lo que le gusta y lo que quiere, pero en realidad solo hace lo que la sociedad la obliga sutilmente a hacer a través de sus múltiples imperativos como la moda, la opinión pública y demás.
Una de sus famosas tesis es que las condiciones económicas y materiales del capitalismo moderno conducen al ser humano a sentirse impotente y aislado frente a una maquinaria económica tan grande contra la que no puede hacer nada y solo le queda conformarse y transformarse en un autómata, una pieza de esta gran máquina de producción (este es el único aspecto que trataremos en este articulo); o puede tener otra alternativa como volverse una persona autoritaria, que busca dominar a todos los demás como una manera de sentir más grande su yo y sentirse más seguro frente al mundo que lo rodea (para Fromm este fue el caso de muchos sectores de la sociedad alemana que abrazaron el nazismo como ideología). Sin embargo, al mismo tiempo se cree libre e independiente de tener sus propias decisiones y determinaciones, esto probablemente fruto también de la gran maquinaria publicitaria e ideológica que mantiene este sistema económico; para esto se pueden ver a diario desembolsos de miles de millones de dólares en publicidad y propaganda. (Hay que tener en cuenta que esto es hoy muchísimo más evidente de lo que era en el comienzo de la segunda mitad el siglo pasado que fue cuando Fromm escribió la mayoría de sus libros).
En su análisis sobre la ilusión de la individualidad, Fromm escribe sobre tres aspectos que pueden vivir en el aparato psíquico de las personas: las seudoemociones, el seudopensamiento y la seudovoluntad (que le hace querer muchas cosas que él no quiere y lo lleva a luchar por ellas).
Para ejemplificar el análisis de Fromm usare un ejemplo cotidiano: la moda.
Pensemos un rato en la moda. Es un fenómeno casi omnipresente en la sociedad, y ya no es asunto solo de adolescentes y jóvenes, hoy en día es asunto de casi todas las personas sin distinción de edad y género en las zonas urbanas. Pongámonos a pensar en un conocido nuestro que sea muy apegado a la moda (un caso extremo siempre sirve para ejemplificar de manera notoria lo que pasa con el resto). De seguro alguna vez lo vimos decir que nunca usaría tal tipo de ropa o escucharía tal tipo de música porque le parecía de mal gusto o algo así. Pero pasado algún tiempo lo vemos usando ese tipo de ropa o bailando ese tipo de música feliz de la vida y sintiéndose a gusto con ello. El solo hecho de seguir siempre a las tendencias de la moda es renunciar a la propia voluntad, resignarse a la seudovoluntad que es conducida ya no por la misma persona sino por imperativos exteriores que la moldean a su antojo; esto trae como consecuencia que la persona quiera siempre estar a la moda y se esfuerce decididamente por estar siempre al día en los asuntos de moda, no tiene que gustarle o atraerle eso que va a vestir o bailar o escuchar, solo tiene que estar de moda. La seudovoluntad se basa en un seudopensamiento, un discurso muy arraigado en las sociedades capitalistas actuales, cuya enunciación seria mas o menos como: “Estar a la moda es algo bueno y te hace sentir mejor”. La persona no tiene este imperativo todo el rato en la cabeza, pero si nos ponemos a hablar de gustos y usos con esa persona vamos a ver como casi sin darse cuenta va a decir frases que manifiesten este tipo de pensamiento, pero digo que es un seudopensamiento porque es creado y alimentado no por la propia personalidad de las personas, sino por medios externos muy fuertes (los dos primeros con intereses económicos muy grandes) en la sociedad contemporánea como la publicidad, la opinión pública y -producto de la influencia de estas dos en las personas- las valoraciones de las personas alrededor que conforman nuestro grupo de pares. Las seudoemociones son lo más notable en este caso, es increíble ver -sobre todo a las mujeres jóvenes- como se emocionan cuando van a comprar ropas y especialmente cuando encuentran algo que está a la moda y que a la vez muy pocas personas tienen (esta falsa “originalidad” no es nada más que un mecanismo de evasión puesto que estas ropas originales o distintas simplemente son modelos casi exclusivos que aún siguen la tendencia dominante de la moda de su momento).
Al ver esa escena cualquiera creería que ellas realmente sienten gusto por eso, que realmente les emociona haber encontrado algo que les guste (esto es lo que hace difícil la percepción de fenómenos como estos a la mente no crítica). Pero, pensemos en esa misma persona, sola en su habitación, un año después frente a esa misma ropa que se compró el año pasado cuando la moda ya cambio, lo primero que podemos ver es una falta casi total de emoción hacia la prenda (eso es normal pues las emociones son de corta duración), el sentimiento de gusto y agrado hacia ella probablemente habrán pasado casi por entero e incluso puede llegar a preguntarse cómo demonios fue a usar esa ropa que ahora, en la intimidad de su closet, le parece de tan mal gusto. Finalmente, si tiene algo de dinero y ha visto algunos spot publicitarios, ira de nuevo al centro comercial a comprar lo último que está de moda sin importar como realmente sea para que un año después se encuentre en una situación similar preguntándose por un escaso tiempo como fue a comprar cosas que le gustaban tan poco; el momento de cuestionamiento por lo general es poco puesto que en la sociedad contemporánea ya no se le da mucho valor al pensamiento prolongado y a la meditación sino a la acción rápida y mecánica (y esto también incluye a las emociones) lo que asesina al espíritu crítico que las personas pueden tener aun para consigo mismas.
Al ver esa escena cualquiera creería que ellas realmente sienten gusto por eso, que realmente les emociona haber encontrado algo que les guste (esto es lo que hace difícil la percepción de fenómenos como estos a la mente no crítica). Pero, pensemos en esa misma persona, sola en su habitación, un año después frente a esa misma ropa que se compró el año pasado cuando la moda ya cambio, lo primero que podemos ver es una falta casi total de emoción hacia la prenda (eso es normal pues las emociones son de corta duración), el sentimiento de gusto y agrado hacia ella probablemente habrán pasado casi por entero e incluso puede llegar a preguntarse cómo demonios fue a usar esa ropa que ahora, en la intimidad de su closet, le parece de tan mal gusto. Finalmente, si tiene algo de dinero y ha visto algunos spot publicitarios, ira de nuevo al centro comercial a comprar lo último que está de moda sin importar como realmente sea para que un año después se encuentre en una situación similar preguntándose por un escaso tiempo como fue a comprar cosas que le gustaban tan poco; el momento de cuestionamiento por lo general es poco puesto que en la sociedad contemporánea ya no se le da mucho valor al pensamiento prolongado y a la meditación sino a la acción rápida y mecánica (y esto también incluye a las emociones) lo que asesina al espíritu crítico que las personas pueden tener aun para consigo mismas.
Ahora cabe la pregunta: ¿Existe una salida a esta situación? Al menos como personas individuales, Fromm nos dice que si hay posibilidad de romper este círculo vicioso. La solución sería el desarrollo de una mentalidad crítica que ponga a prueba aquellas cosas que la sociedad normalmente acepta sin cuestionar. Y por otro lado el desarrollo de la inteligencia sin limitaciones, una inteligencia no reprimida que no se limite en solo ser racional sino que también incluya los aspectos volitivos y emocionales en su desarrollo para que la persona pueda ser mas completa, y no un autómata que solo piensa en términos únicamente racionales que ya de por si implica tomar consideraciones morales y éticas al momento de hacer uso de su inteligencia. En el plano colectivo la salida es un poco más difícil y algo utópica; esta consistiría en desarrollar una sociedad que desarrolle el pensamiento crítico y la inteligencia no reprimida para que de ese modo no tengan efecto sobre la persona la opinión pública, y todos los demás discursos alienantes que existen en la sociedad de tal manera que estos se reduzcan o desaparezcan con el tiempo.