Las ciencias sociales nacieron
marcadas por ciertos determinismos que definían las diferentes escuelas y
enfoques. Los principales eran el determinismo económico nacido del marxismo, y
el biológico nacido del darwnismo social. Pero había un tercero más asolapado:
el determinismo social, representado por la idea de Durkheim de que solo los
hechos sociales explican los hechos sociales.
La historia de las ciencias
sociales del siglo XX fue una lucha contra los dos primeros determinismos. El
determinismo biológico fue derrotado después de la desacreditación del nazismo
y de las doctrinas racistas que se habían fundado con base en él; y el
determinismo económico fue derrotado con el fracaso en la instauración del
comunismo por parte de la URSS. Pero ambos aún sobreviven: el primero bajo la
forma de psicología evolutiva (obviamente no toda la psicología evolutiva) y
algunas corrientes e hipótesis en etología; el segundo bajo formas de derecha
con el fundamentalismo neoliberal de mercado en economía y diversas corrientes
en politología y administración pública. Pero estos son rezagos marginales en
lo que a influencia académica en el mundo de las ciencias sociales se refiere.
Ahora bien, el determinismo social actual, a diferencia del determinismo durkheimiano, es restringido, y está restringido solo a la cultura, por lo que podría denominársele también determinismo cultural[1], y está concebido tanto contra la psicología científica actual (excepto el psicoanálisis, obviamente) como contra la biología y cualquier descubrimiento de la etología o las neurociencias[2].
¿Por qué considerar a estas subdisciplinas como deterministas sociales?
- Primero porque todas ellas se ocupan de temas que inevitablemente están relacionados con los objetos de estudio de otras disciplinas, especialmente la psicología y la biología[3], pero en sus estudios no hacen ni la más mínima referencia a lo que se conoce sobre ello en estos campos de estudio; sus principales proponentes teóricos solo dicen que esos fenómenos son culturales (construcciones sociales) y no biológicos, pero no demuestran esta idea, solo la enuncian, pues al parecer esta idea tiene la función de servir como desacreditación de los demás campos sobre sus temas y como pretexto para no aprender esas ciencias y sus métodos.
- Segundo, se reconocen por sus métodos, es decir la entrevista, las historias de vida, los focus group, la etnografía y demás técnicas que no permiten una articulación interdisciplinaria con las otras ciencias que tratan de estos temas, y esto es algo coherente con su idea de la “construcción social”, pues si el género, el cuerpo o las emociones son construcciones sociales, ¿para que revisar el cerebro o los genes?
- Tercero, esto menos frecuente, se reconocen por la interdisciplinariedad que proponen, es decir interdisciplinariedad con disciplinas abiertamente seudocientíficas como el psicoanálisis (psicoanálisis, sí; psicología cognitiva, neurociencia o cualquier otra rama, no); o interdisciplinariedad con campos humanísticos que tienen fines distintos a la ciencia, tales como la propuesta de Bauman de hacer una interdisciplinariedad entre la sociología y la literatura (no la crítica literaria, sino la actividad literaria).
Pero, ¿es fructífero este determinismo? Respondo que, al igual que todos los determinismos, no lo es y por el contrario es contraproducente pues cierra la posibilidad de acceder de manera más compleja a las piezas de la realidad que estudiamos, y a su vez atrasa a las ciencias sociales respecto de los avances teóricos y metodológicos de las demás ciencias[4], convirtiéndolas en islas que no se benefician de ello ni benefician al resto.
[1] Visto esto, el determinismo económico también es un determinismo social.