En primer lugar la sociología hace un esfuerzo por subordinarse a las rigurosas reglas del discurso responsable, que supuestamente es un atributo de la ciencia. Esto significa que de los sociólogos se espera que se preocupen especialmente por distinguir -de manera clara y visible para cualquiera- entre las formulaciones corroboradas por la evidencia disponible y las afirmaciones que solo pueden reivindicar una condición de suposición provisional y no verificable.

La tercera diferencia pertenece al modo en que sociología y sentido común explican la realidad humana: mientras tendemos a percibir todo lo que acontece como una consecuencia de la acción intencional de alguien, la sociología se opone a la visión personalizada. Pensar sociológicamente es intentar explicar la condición humana a través del análisis de las múltiples redes de la interdependencia humana.
Finalmente, mientras el sentido común depende de la índole autoevidente de sus preceptos, la sociología aspira a superar sus limitaciones abriendo las posibilidades que este tiende a cerrar. Al cuestionar nuestro conocimiento de sentido común, la sociología nos impulsa y alienta a reevaluar nuestra experiencia, a descubrir más interpretaciones posibles y a tornarnos algo más críticos, a aceptar cada vez menos las cosas como son actualmente o como creemos que son.
Extraído del libro “Teoría sociológica” de Orlando Plaza. Fondo Editorial PUCP.