miércoles, 24 de enero de 2018

La economía informal según Alejandro Portes

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El fenómeno de la economía informal es engañosamente simple y extraordinariamente complejo, trivial en sus manifestaciones cotidianas y capaz de subvertir el orden económico y político de las naciones. Lo encontramos en nuestra vida cotidiana en actividades tan simples como comprar un reloj barato o un libro de un vendedor ambulante, acordar con alguien para que repare nuestra casa a cambio de dinero en efectivo, o contratar a una mujer inmigrante para cuidar a los niños y limpiar la casa mientras estamos lejos. Tales encuentros aparentemente triviales pueden ser descartados como indignos de atención hasta que nos damos cuenta de que, en conjunto, acumulan miles de millones de dólares de ingresos no declarados y que la humilde vendedora o limpiadora representa el punto final de las cadenas de subcontratación compleja, de reclutamiento de mano de obra y de transporte laboral.
Por lo general, tampoco nos damos cuenta de que la ropa que usamos, las comidas del restaurante que comemos e incluso la computadora portátil que usamos regularmente pueden tener algo que ver con la economía informal. De hecho lo hacen, y las intrincadas formas en que el trabajo y los bienes informales entran en las cadenas de producción y distribución subyacen tanto en el menor costo de los productos finales como en su disponibilidad inmediata. Para alejar el misterio de estas afirmaciones, simplemente mencionaremos los hechos subyacentes a ellas: a) La industria de la confección que produce los artículos de ropa que compramos y utilizamos está comúnmente anclada, al otro extremo de la cadena de producción, a desrregulados o pobremente regulados talleres y trabajadores a domicilio cosiendo, hilvanando y empaquetando al destajo y sin beneficios sociales; b) el personal de "parte de atrás de la casa" que realiza gran parte del trabajo de limpieza y preparación de alimentos en muchos restaurantes está compuesto por inmigrantes, frecuentemente recién llegados e indocumentados, que son pagados en efectivo y no están cubiertos por contratos de trabajo; c) la industria informática que produce los ordenadores portátiles que utilizamos es conocida por subcontratar el montaje de placas de circuitos y otros componentes a pequeñas tiendas, a menudo no reguladas, e incluso a trabajadores domésticos; estos subcontratistas reciben un pago por pieza en una versión actualizada del sistema "al destajo". Beverly Lozano, quien estudió estas prácticas en Silicon Valley, concluye:

[L]a industria informática requiere un suministro fiable de componentes básicos que pueden ser entregados rápidamente. Muchas pequeñas y medianas empresas compiten eficazmente como subcontratistas con operaciones en el extranjero. Una de mis entrevistadas trabaja para tal subcontratista fuera de su garaje, reuniendo la parte más intensiva en mano de obra de un ensamblaje. . . . Empleos urgentes, trabajos personalizados, proyectos confidenciales -los gerentes los describen como eventos raros. . . . Pero cuando todos estos eventos raros se agregan, encontramos que cada día otro "empresario". . . se une a las filas de los trabajadores autónomos.
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Definiciones
 
1. Orígenes del concepto
El concepto de economía informal nació en el tercer mundo, a partir de una serie de estudios sobre los mercados laborales urbanos en África. Keith Hart, el antropólogo económico que acuñó el término, lo vio como una manera de expresar "la brecha entre mi experiencia allí y cualquier cosa que mi educación inglesa me había enseñado antes". En su opinión, las observaciones empíricas sobre el emprendimiento popular en Accra y otras capitales africanas estaban claramente en desacuerdo con la sabiduría recibida de "el discurso occidental sobre desarrollo económico".
En su informe a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Hart postuló un modelo dualista de oportunidades de ingresos de la mano de obra urbana, basado en gran medida en la distinción entre empleo asalariado y empleo por cuenta propia. El concepto de informalidad se aplicó a los autoempleados. Hart destacó la notable dinámica y diversidad de estas actividades que, a su juicio, iban mucho más allá de los "limpiabotas y vendedores de fósforos". Esta caracterización dinámica del sector informal se perdió posteriormente a medida que el concepto se institucionalizó dentro de la burocracia de la OIT, la cual redefinió la informalidad como sinónimo de pobreza. La economía informal se tomó para referirse a una "forma urbana de hacer las cosas", caracterizada por: (1) las barreras de entrada baja en términos de habilidad, capital y organización; (2) la propiedad familiar de las empresas; (3) pequeña escala de operación; (4) producción intensiva en mano de obra con tecnología anticuada; y (5) mercados no regulados y competitivos.
Las características adicionales derivadas de esta definición incluyen bajos niveles de productividad y baja capacidad de acumulación. En publicaciones posteriores del Programa Regional de Empleo para América Latina (PREALC) de la OIT, el empleo en el sector informal se denomina consistentemente subempleo y se supone que afecta a los trabajadores que no pueden entrar en la economía moderna. Esta caracterización de la informalidad como sector excluido en las economías menos desarrolladas se ha consagrado en numerosos estudios de la OIT sobre la pobreza urbana y el mercado de trabajo de la OIT, el PREALC y el Banco Mundial.
Esa definición negativa del sector informal fue cuestionada por otros estudiosos del tema que lo vieron en la luz opuesta. A partir de esa postura alternativa, las actividades informales fueron consideradas como un signo del dinamismo emprendedor popular, descrito por Hart como "la gente recuperando en sus propias manos algo del poder económico que los agentes centralizados buscaban negar". El economista peruano Hernando de Soto reformuló el tema original de Hart y le dio renovado impulso. En su libro The Other Path, De Soto definió la informalidad como la respuesta popular a los rígidos estados "mercantilistas" en el Perú y otros países latinoamericanos que sobreviven concediendo el privilegio de participación legal en la economía a una pequeña élite. Por lo tanto, a diferencia de su representación por la OIT y el PREALC como un mecanismo de supervivencia en respuesta a la insuficiente creación de empleos modernos, la empresa informal representa, desde esta perspectiva alternativa, la irrupción de las verdaderas fuerzas del mercado en una economía privada.

2. Definiciones contemporáneas
El fuerte componente normativo asociado a estos análisis competitivos del sector informal en el Tercer Mundo no está enteramente ausente en los países industrializados, pero la investigación allí ha intentado llegar a una definición más precisa y menos tendenciosa. Parece haber un creciente consenso entre los investigadores del mundo desarrollado de que el ámbito apropiado del término sector informal abarca "aquellas acciones de agentes económicos que no cumplen con las normas institucionales establecidas o se les niega su protección". O, alternativamente, incluye "todas las actividades generadoras de ingresos que no son reguladas por el estado en entornos sociales donde se regulan actividades similares".
Estas definiciones no avanzan un juicio a priori de si tales actividades son buenas o malas, dejando el asunto a la investigación empírica. En este sentido, son superiores a las descritas anteriormente, que anticipan desde el principio las conclusiones a alcanzar. Sin embargo, incluso las definiciones neutras se ven obstaculizadas por la amplitud del tema que tratan de abarcar. [...]
La distinción conceptual más importante es entre las actividades informales e ilegales ya que cada una posee características distintas que las distinguen de la otra. Los sociólogos reconocen que lo legal y lo penal, como normal o anormal, son categorías socialmente definidas sujetas a cambio. Sin embargo, la empresa ilegal involucra la producción y comercialización de bienes que se definen en un lugar y tiempo determinados como ilícitos, mientras que la empresa informal se ocupa, en su mayor parte, de bienes lícitos.
[...] La diferencia básica entre formal e informal no depende del carácter del producto final, sino de la manera en que se produce y/o se intercambia. Así, las prendas de vestir, los alimentos de los restaurantes o las tarjetas de circuitos informáticos -todas las mercancías perfectamente lícitas- pueden tener su origen en disposiciones de producción legalmente reguladas o en aquellas que pasan por alto las normas oficiales. Al distinguir explícitamente entre estas tres categorías -actividades formales, informales e ilegales- es posible explorar sus relaciones mutuas de manera sistemática, una tarea que se vuelve difícil cuando se confunden los aspectos ilegales e informales.

3. Una Tipología Funcional
Esta distinción y varios estudios anteriores han dado lugar a una clasificación funcional de las actividades informales de acuerdo con sus objetivos. Tales actividades, siempre definidas como aquellas que tienen lugar fuera del marco de la regulación estatal, pueden aspirar, en primer lugar, a la supervivencia del individuo o del hogar mediante la producción directa de subsistencia o mediante la simple venta de bienes y servicios. En segundo lugar, se pueden orientar hacia el aumento de la flexibilidad gerencial y la disminución de los costos laborales de las empresas del sector formal a través de la contratación y subcontratación de empresarios informales. Tercero, pueden organizarse para la acumulación de capital por parte de las pequeñas empresas mediante la movilización de sus vínculos de solidaridad, una mayor flexibilidad y menores costos. Los tres tipos se denominan economías informales de supervivencia, explotación dependiente y crecimiento. La autoconstrucción de refugios y la proliferación de venta ambulante en ciudades del tercer mundo se citan comúnmente como ejemplos del primer tipo. Las relaciones entre los subcontratistas subterráneos, los trabajadores y las grandes empresas de la industria textil de los Estados Unidos constituyen un ejemplo de la segunda. Las redes altamente exitosas de microproductores artesanales en el centro de Italia [...] representan una instancia de la tercera.
En la práctica, los tres tipos no son mutuamente excluyentes, ya sea en términos de coexistencia en los mismos entornos urbanos o las intenciones de los participantes. Así, el mismo trabajo que representa "supervivencia" para un trabajador informal puede ser apropiado como "flexibilidad" por la firma formal que la contrata. Del mismo modo, los subcontratistas informales vinculados en las relaciones subordinadas con las grandes empresas pueden reunir suficiente capital y lazos de cooperación para lanzarse en un camino autónomo de crecimiento. Los tres tipos se distinguen menos por la motivación de los actores que por los niveles sucesivamente más complejos de organización social que requieren. Por lo tanto, mientras que las estrategias de supervivencia de los vendedores informales en las ciudades del tercer mundo no son en absoluto simples, están en un plano completamente diferente de la compleja coordinación requerida por toda una comunidad de productores para lograr un crecimiento sostenido.


Extraído de: "Economic sociology: A systematic inquiry" Chapter 7 "The informal economy"

Traducción propia.

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