En primer lugar dilucidemos qué es ideología. No es este el lugar para hacer una digresión profunda sobre este tema, sólo basta con hacer unas precisiones básicas respecto al mismo. Toda ideología se compone, por lo menos, de los siguientes componentes: 1) un conjunto de valores que se defienden (componente axiológico); 2) una visión sistematizada del mundo (un conjunto de ideas) que define cuál es la realización (muchas veces utópica) de esos valores (componente político); y 3) un conjunto de entes de la realidad sobre los que se aplican esos valores y ese conjunto de ideas (componente intelectual).
Respecto a los valores la cuestión es obvia, ninguna ideología se construye desde la neutralidad de valores, por ejemplo la ideología nazi se construyó en base a la mayor valoración de los “arios” respecto a los “judíos”, el racismo norteamericano en base a la desvalorización de los negros y el ensalzamiento del WASP, el indigenismo en base a la revalorización de lo indígena, el liberalismo puso a la libertad en la cima de su escala de valores, etc.
El segundo componente es el más importante, ya que si bien los diversos valores que existen en una ideología están inmersos en la cultura de las personas, no se puede asumir que cultura e ideología son lo mismo[2]: lo que caracteriza a la ideología es su sistematización de ideas en contraste con la desorganización de ideas existente en la cultura[3]. Así, toda ideología requiere de una sistematización de ideas, y es en este punto donde empiezan a alejarse las diversas ideologías entre sí aun cuando mantengan los mismos valores (la división de la izquierda es el más claro ejemplo de ello). Ahora bien, hay ideologías que tienen una mayor imbricación con la cultura que otras, de modo que al exponérselas a los miembros de dicha sociedad no les resulta nada transgresor ni chocante, mientras que otras parecen más transgresoras debido a que se basan en ciertos valores no del todo aceptados en la cultura. El primer caso es el de las ideologías conservadoras (que tratan de mantener el estatus quo) y el segundo de las ideologías antisistema (que tratan de destruir ese estatus quo).
El tercer componente nos acerca más al tema en cuestión. Veamos, desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX, las dos ideologías principales se referían básicamente a la sociedad en su conjunto: el marxismo quería cambiar estructura y superestructura, mientras que el liberalismo hablaba de los derechos “del hombre” y de su libertad intrínseca. Pero desde un inicio existieron ideologías que no se referían al conjunto de la sociedad, sino que tomaban como referente una unidad más pequeña, tal es el caso por ejemplo de las primeras feministas sufragistas[4]. Con el pasar del tiempo y tras el fracaso del marxismo en hacerse realidad en la URSS y los desastres generados por el fascismo, empezaron a florecer después de la década de 1960 ideologías cuyos referentes no eran toda la sociedad, tales como el indigenismo, el ambientalismo, el animalismo y nuevas formas de feminismo. Como se puede ver de manera muy obvia, y para disgusto de los constructivistas, todos estos referentes a los que se aplican los valores e ideas de las ideologías pueden existir con independencia de las ideologías que los toman como referentes, y reitero la frase “pueden existir” para no olvidar que muchas ideologías han creado entelequias cuya existencia sólo estaba en los libros de los ideólogos. Pero esto último no es el caso del género, que al igual que el medio ambiente, los animales o las poblaciones indígenas es algo cuya existencia puede comprobarse de modo empírico.
Dicho esto, veamos la relación de género con ideología. Como resulta obvio, el género también puede ser aquel referente real al que se le pueden asignar valoraciones sistematizadas en conjuntos de ideas. Pero, antes de dilucidar cuáles son las ideologías de género existentes en la actualidad, es necesario primero hacer algunas precisiones sobre este concepto. El concepto como tal es claro[5] y se puede definir como el conjunto de roles sociales y formas de pensamiento que implica el hecho de ser un humano hembra o macho en determinada sociedad en determinada época. Se usa para distinguirlo del concepto de sexo que en referencia al humano y otros animales similares se refiere a la estructura biológica que determina las diferencias en anatomía, genética y funcionamiento físico y psíquico que se dan entre machos y hembras[6]. Como conceptos ambos términos son precisos, y si la realidad fuera sencilla, no habría tantas polémicas pues las pruebas empíricas bastarían para cerrarle la boca a cualquier ser humano racional[7], pero las cosas no son así y del lado de los científicos naturales es muy difícil aislar ambos componentes del comportamiento humano por lo que no se puede hacer seriamente una clasificación de cuáles comportamientos son sexuales y cuáles de género. Por el otro lado, los estudiosos de la cultura testimonian (no prueban ni demuestran) la diversidad de prácticas sexuales y de roles de género existentes en las diversas sociedades alrededor del mundo. El problema con estos estudiosos, es que sus estudios no son concluyentes y no pasan de lo anecdótico, además que no profundizan en la estructura sexual de los individuos estudiados para dilucidar si tal comportamiento es determinado por el sexo o por el género. Si no me creen, busquen en cualquier estudio antropológico o sociológico de alguna tribu aislada y encontrarán descripciones muy detalladas de los roles de género en esos grupos humanos, pero jamás encontrarán un estudio que se pregunte si esa diferencia se debe a su cultura o a su carga genética, en este sentido el antropólogo/sociólogo se contenta con la evidencia superficial del comportamiento sin cuestionarse las diferencias corporales entre los grupos humanos[8]. A esto se añade el hecho de que es muy fácil, demasiado fácil, cometer fraude académico en estos campos, pues al no haber pruebas empíricas sino sólo evidencias testimoniales, se puede prácticamente escribir todo lo que se venga a la mente; esto lo demostró magistralmente Alan Sokal en 1996 y Harald Eia en su famoso documental Brainwash de 2008. Dicho esto, se puede ver que la postura más razonable dado nuestro estado actual de conocimiento es tomar este tema con cautela y revisar muy detalladamente la evidencia mostrada. Las otras dos opciones son una forma de reduccionismo que implica decir: 1) el género es totalmente biológico y se determina por el sexo; o 2) el género es enteramente una construcción social, en la que el sexo no tiene nada que ver, o en su versión más radical, que el sexo también es una construcción social.
Si el problema fuese sólo intelectual, la discusión se resolvería en unas cuantas décadas sin problemas. Pero el problema es también político, y muy urgente debido a la mayor conciencia que tenemos de los actos de violencia contra las mujeres y las minorías sexuales, además de la necesidad de proteger a aquellos niños que desde muy temprana edad se sienten en un cuerpo cuyo género no se corresponde. Así, en la urgencia de solucionar estos problemas, los hacedores de políticas y los grupos de presión se han visto obligados a tomar alguna posición, y esta es una tipología de las que he podido identificar:
- Conservadora.- Se caracteriza por: 1) valoriza en extremo la heterosexualidad (en muchos casos basándose en dogmas religiosos) y desvaloriza la homosexualidad considerándola una enfermedad mental o el resultado de malas influencias; 2) identifica al género con el sexo, de modo que quienes no se amoldan a esa dicotomía son enfermos o degenerados; 3) como la homosexualidad puede ser resultado de malas influencias, entonces aquellos que afirman que el género no es dicotómico pueden “homosexualizar” a los niños, de ahí la oposición al matrimonio y adopción homosexual; 4) al considerar natural al género, tienden a calificar de positivas todas las situaciones de desigualdad e incluso de violencia que se dan entre hombres y mujeres y las que se dan en contra de los homosexuales, de ahí la reticencia a aceptar la penalización de crímenes como el feminicidio; etc…
- Liberal[9].- Se caracteriza por: 1) lo que más valora es la libertad de las personas de ser ellas mismas siempre que no le hagan daño a nadie; 2) debido a eso, a ellos no les interesa si el género es natural o social[10]; 3) respecto al matrimonio homosexual, consideran que si dos personas que se aman quieren casarse, deben tener el derecho a hacerlo; 4) respecto a la adopción son escépticos moderados y oscilan entre aceptarla incondicionalmente y aceptarla con reticencia; 5) rechazan totalmente la violencia de cualquier tipo, etc…
- Antisistema.- Se caracteriza por: 1) considera que el género es socialmente construido y que se erige sobre la dominación de los hombres sobre las mujeres que se manifiesta actualmente en el capitalismo y el patriarcado, cuya existencia simultanea es indisociable (constructivismo); 2) por ello valora mucho la diversidad de géneros, que al desafiar a la norma establecida por el patriarcado y el capitalismo, tiene el poder de desestabilizarlo y abrir la puerta a nuevos modos de sociedad; 3) desvaloriza fuertemente cualquier valor tradicional al considerarlo un sostén del patriarcado; 4) apoyan incondicionalmente el matrimonio y la adopción homosexual, pero es sólo una meta pequeña en comparación al derrocamiento del patriarcado; 5) se opone a la idea conservadora de que se puede homosexualizar a los niños, ya que para ellos la homosexualidad es innata (sí, contradice su constructivismo en este punto[11]); 6) rechazan totalmente la violencia de cualquier tipo; etc…
[1] Es similar a la defensa que hacen los defensores de la economía neoclásica cuando frente a las críticas irrealistas a sus modelos responden “pero es sólo un modelo”. Obviamente la respuesta es tautológica y no aumenta ningún argumento en favor del enunciante.
[2] En algún modo podríamos decir que la cultura está atravesada por un haz de influencias ideológicas, pero que no se identifica enteramente con ninguna.
[3] Si me preguntan cuál es la base social (que no excluye la base psicofisiológica) de fenómenos como la disonancia cognitiva, es justamente la desorganización de las ideas que circulan en la cultura de los individuos.
[4] Cuya tradición en la actualidad es continuada por un ala del progresismo que mostraré más adelante.
[5] Si tomamos la definición usual y no nos metemos en embrollos post-estructuralistas.
[6] En la definición de sexo no hago referencia a la sociedad, pues como habrá notado querido lector, el sexo es algo que trasciende las especies.
[7] Aunque seamos sinceros, en esta polémica lo que menos ha existido es racionalidad.
[8] En términos de economista neoclásico, le hacen un ceteris paribus a la genética y con ello, obviamente, al sexo.
[9] Continúa la tradición del feminismo liberal iniciado con las sufragistas.
[10] Esto explica el sinsentido del debate de Agustin Laje y cía en la PUCP (en Perú) contra dos ponentes claramente liberales que no entendían por qué se les ponía en el mismo saco que a Simone de Beauvoir o de Judith Butler. Obviamente Laje y su acompañante, que oscilan entre conservadores y liberales, debido a su acérrimo antiizquierdismo, no se tomaron el tiempo de hacer una tipología, sino sólo a acusar de ideologizados a sus rivales.
[11] Y esto no es negativo, porque las ideologías no son ciencias, su objetivo no es conocer, sino actuar políticamente.