domingo, 15 de enero de 2017

Un enfoque psicológico económico del comportamiento de rebaño - Laurens Rook (fragmento)

Aunque hay acuerdo entre los economistas y los psicólogos en torno a lo que se refiere el comportamiento de rebaño, la historia del concepto en ambas disciplinas no sólo muestra grandes diferencias teóricas con respecto a los supuestos básicos sino también grandes diferencias metodológicas. Un enfoque psicológico económico integral del comportamiento de rebaño podría ayudar a superar estas diferencias. La manera de hacerlo en la práctica se ilustrará mediante un ejemplo de pensamiento de grupo, un caso especial del comportamiento de rebaño en grupos de toma de decisiones. Primero se examinarán los problemas teóricos esenciales y luego las principales consecuencias metodológicas.
En el nivel teórico, un primer supuesto importante del enfoque económico es la existencia de actores racionales. A pesar del intenso debate sobre la racionalidad limitada en economía, en el enfoque del comportamiento de rebaño basado en los rendimientos crecientes y las redes sociales se mantiene el supuesto de plena racionalidad. Los psicólogos y muchos otros economistas, en cambio, tienen una visión compatible con la noción de racionalidad limitada. Suponen que las limitaciones institucionales y humanas llevan a que las personas adopten soluciones satisfactorias en vez de soluciones óptimas. En su trabajo seminal de 1991, Susan Fiske y Shelley Taylor describieron a los seres humanos como “avaros cognitivos”, lo que quiere decir que las personas tienden a actuar de manera racional y coherente pero también prefieren menos esfuerzo a mucho esfuerzo. Por consiguiente, suelen preferir soluciones simples frente a soluciones complicadas. Una solución simple es confiar en heurísticas como “la mayoría siempre tiene razón” o “el consenso es bueno”. Cuando se siguen tales heurísticas se puede llegar al pensamiento de grupo.
Originalmente, Irving Janis definió el pensamiento de grupo como “un modo de pensar que adoptan las personas cuando están profundamente involucradas en un grupo cohesivo, cuando los esfuerzos de los miembros por llegar a la unanimidad anulan su motivación para valorar de manera realista los cursos de acción alternativos” (1972, 9). Hoy ese fenómeno se percibe como una forma muy conocida y excesiva de búsqueda de acuerdos dentro de los grupos, que eventualmente lleva a malas decisiones o a fiascos. Algunos casos de fiascos en la toma de decisiones de los dirigentes del gobierno de Estados Unidos durante graves crisis internacionales de la era nuclear son evidencia de ese fenómeno, incluidos la invasión de Bahía de Cochinos, la Guerra de Corea, Pearl Harbour, la Guerra de Vietnam y la crisis cubana de los misiles, el escándalo de Watergate, la controversia del gimnasio en Kent State University, y el accidente del transbordador espacial Challenger. El concepto de pensamiento de grupo muestra que las soluciones satisfactorias a veces llevan a que los grupos tomen decisiones perjudiciales, cuando no se escrutan cuidadosamente los argumentos. Así, muestra cuán importante es tener en cuenta la racionalidad limitada de los individuos en el análisis del comportamiento de rebaño.
Un segundo supuesto, fuertemente relacionado acerca del comportamiento de rebaño en economía, es la existencia de información completa, que permite que los individuos siempre tomen decisiones racionales y óptimas. Abrahamson y Rosenkopf mostraron que el comportamiento de rebaño, sin embargo, es causado simplemente por información incompleta y ambigua, que produce incertidumbre acerca de la realidad social, la cual se puede reducir observando las acciones de otros para llegar a un consenso. En situaciones difíciles, las personas confían en las opiniones y las acciones de grupos de referencia similares porque esperan compartir y confirmar sus opiniones y creencias personales. Además, si hay gran semejanza entre el individuo y el grupo, es más probable que se vea a la mayoría como grupo de referencia relevante y, en consecuencia, es más probable que haya conformidad.
El deseo de semejanza y de consenso con otros puede ser peligroso si no se basa en una semejanza y un consenso verdaderos. En efecto, la ilusión de unanimidad es uno de los síntomas de pensamiento de grupo, junto a la ilusión de invulnerabilidad, la creencia en la moralidad inherente al grupo, la racionalización colectiva, los estereotipos de intrusos, la autocensura, la presión contra los disidentes y los guardianes mentales autoelegidos. No es sorprendente que los síntomas de pensamiento de grupo se relacionen estrechamente con la existencia de información incompleta y ambigua, y con la incertidumbre consiguiente acerca de la realidad social. Irving Janis y Leon Mann (1977) argumentaron que estos factores pueden generar deficiencias en el proceso de toma de decisiones de grupo, como la revisión incompleta de las alternativas y los objetivos, la renuencia a reexaminar las elecciones preferidas o las alternativas rechazadas, la búsqueda y el procesamiento de información deficientes y la falla para elaborar planes de contingencia. Hoy muchos economistas y psicólogos coinciden en la existencia y la importancia de la información incompleta en el comportamiento de rebaño, y los enfoques de modelación económica recientes tratan el problema.
Sin embargo, al no tener en cuenta la racionalidad limitada, incluso estos modelos de información imperfecta pierden mucho poder explicativo, lo que se ve especialmente en las explicaciones limitadas de las motivaciones del comportamiento de rebaño. Con las notables excepciones de Veblen y Leibenstein, los economistas explican el comportamiento de rebaño mediante el número absoluto de personas que participan en una acción dada. En cambio, psicólogos como Asch (1951, 1952, 1956) sostienen que lo que suele presionar para llegar a la conformidad no es el número efectivo de la mayoría sino la necesidad de consenso. Los estudios de Arie Kruglanski y sus colegas muestran que es exactamente esta necesidad de consenso en un grupo la que genera ocasionalmente el pensamiento de grupo. Sobre todo bajo tensión, los grupos manifiestan una “necesidad cognitiva de cierre”, el “deseo de una respuesta definida sobre un tema, una respuesta frente a la confusión y la ambigüedad”. El deseo de consenso de un grupo no deja entonces campo a la disensión, lo que suele llevar al rechazo de los disidentes y al “congelamiento” de la exactitud de las opiniones. Por tanto, como proponen Janis y Mann (1977), junto a las deficiencias estructurales de la organización, las principales condiciones para que haya pensamiento de grupo son la cohesión de grupo y un contexto situacional provocador, determinado, por ejemplo, por una fuerte tensión ante amenazas externas con pocas esperanzas de una mejor solución que la del líder, baja autoestima producida por fracasos recientes, dificultades en la tarea de tomar decisiones o dilemas morales.
En lo anterior sólo se han criticado los supuestos económicos subyacentes en el comportamiento de rebaño. Esto tiene que ver con diferencias elementales en el enfoque de la investigación de la economía y la psicología, diferencias que tienen serias consecuencias metodológicas y determinan por qué ambas disciplinas son tan diferentes. En esencia, la economía se ocupa de preguntas referentes al “cuánto”, mientras que la psicología trata de responder preguntas sobre el “porqué” y el “cuándo”. Los temas de la racionalidad, la información y las motivaciones relacionados con el “por qué” y el “cuándo” dominan en la psicología, lo que explica por qué esta disciplina ha desarrollado en estas áreas mallas más finas que la economía.
Es interesante, como muestran Alexa Albert e Yngve Ramstad (1997, 885), que ya en 1934 Commons subrayara que los economistas, buscando respuestas a preguntas acerca del “porqué” en vez del “cuánto”, se debían concentrar en obtener conocimientos de las verdaderas razones por las que ocurren las cosas en vez de centrarse en los efectos del comportamiento. Para la psicología, sin embargo, el argumento puede plantearse al revés. Jaap Van Ginneken (2003, 2004) ha argumentado repetidamente que la psicología padece la debilidad de negar las características estructurales de la orientación social de las personas, entre ellas el ambiente institucional. Con referencia a Commons, esto se puede explicar por el enfoque exclusivo en preguntas acerca del “porqué” y el “cuándo” y la omisión de preguntas acerca del “cuánto”. Temas tales como la influencia de la dinámica relacionada con un sector o industria o de las normas y reglas institucionales sobre los individuos se relacionan con el dominio del “cuánto” en la economía, lo que explica por qué la economía ha desarrollado en estas áreas mallas más finas que la psicología.
Una primera e importante complicación metodológica de estas diferencias en el enfoque de la investigación es que la economía y la psicología usan unidades de análisis diferentes. Herbert Simon dijo que “los economistas se interesan relativamente poco en la microeconomía descriptiva o comprensión del comportamiento de los agentes económicos individuales” (1959, 254). Este explica por qué, para muchos macroeconomistas, la unidad de análisis más pequeña es la firma. Hodgson (1993) sostuvo que los economistas que toman al individuo como unidad de análisis también toman como dadas las motivaciones y preferencias individuales. Con respecto al análisis del comportamiento de rebaño, todos los estudios presentan este problema. Las concepciones económicas contemporáneas de este fenómeno aún adolecen de lo que Veblen llamó “psicología hedonista asociativa” (1900) y “cálculo hedonista” (1909). El individuo y las personalidades de grupo son eliminadas de la secuencia de eventos, lo que lleva a entender los fenómenos desde el punto de vista del resultado (probable) de la acción.
Sin embargo, la renuencia a explicar las estructuras institucionales ha llevado a una clara ruptura de la psicología con las orientaciones sociales respecto de los métodos de análisis que se utilizan. Robert Dipboye (1990) comparó cuidadosamente la investigación experimental y de campo en psicología. La mayor parte de la investigación psicológica social se ha realizado en el ambiente artificial del laboratorio. La investigación experimental busca ante todo incrementar la validez interna de las preguntas “por qué” y “cuándo” bajo investigación. Pero es difícil generalizar los resultados del laboratorio a la práctica institucional. Por su parte, la mayor parte de la investigación económica institucional se ha realizado en campo.
La investigación de campo entre quienes toman decisiones dentro de una institución incrementa la validez externa de los resultados pero adolece de poca validez interna. Esto crea tensión metodológica acerca del método apropiado de análisis así como sobre la exactitud y la generalización de los resultados. En general, se puede argumentar que las fortalezas de un método compensan las debilidades del otro. Por tanto, para que sea tan coherente y poderoso como sea posible, un marco psicológico económico integrado del comportamiento de rebaño debe usar un enfoque que acoja diversos métodos; en el que, por ejemplo, los modelos de umbral exploratorios o los estudios de caso cualitativos se puedan confirmar con estudios de laboratorio, y los resultados de esos estudios del laboratorio, a su vez, se puedan reproducir en estudios de campo.
El ejemplo de la salida de Intel de la industria de memorias de acceso aleatorio dinámico, DRAM ilustra no sólo en qué medida difieren los análisis económicos y psicológicos unilaterales sino también en qué medida se incrementa el poder explicativo integrando ambas perspectivas. Desde una perspectiva económica convencional basada en el marco de la difusión de innovaciones de Rogers, el de Intel es un caso ejemplar de éxito del primero en mover y de salida de una empresa exitosa. La historia es la siguiente. Intel introdujo la primera DRAM y fue el primero en mover en la industria de semiconductores. Su DRAM se convirtió en el diseño dominante, e Intel mantuvo su posición de liderazgo durante casi una década. Cuando la industria de DRAM maduró, entraron al mercado competidores japoneses con costos menores e Intel perdió la ventaja competitiva, aunque logró obtener beneficios con su tecnología de DRAM como segundo o tercero en mover. No obstante, Intel se rezagó gradualmente en la competencia, y durante la recesión de mediados de los ochenta la DRAM produjo pérdidas. Las DRAM eran percibidas como la tecnología esencial de Intel y parte de su identidad corporativa, de modo que la compañía era reacia a renunciar a ellas y pensó en inversiones adicionales. Pero los microprocesadores se habían convertido en la parte más rentable de Intel, de modo que la compañía decidió no invertir más en la industria de DRAM y salir de ella.
Este análisis particular de la salida de Intel de la industria de DRAM se centra en la pregunta de “cuántos” beneficios obtuvo la compañía con su tecnología de DRAM en las diferentes etapas de desarrollo en comparación con sus competidores. Al centrarse en la firma como unidad de análisis en relación con el nivel de la industria en vez del análisis de los individuos dentro de la compañía, y al centrarse en la pregunta de “cuánto” y no en las preguntas relacionadas con el “porqué” y el “cuándo”, ningún psicólogo aceptaría jamás ese estudio de caso. Sin embargo, este análisis de la salida de Intel tampoco es convincente para los economistas que tienen en cuenta los efectos del ambiente institucional sobre las instituciones. Los economistas institucionalistas toman deliberadamente a las instituciones como unidad de análisis y explican el “por qué” y el “cuándo” de los fenómenos que surgen en la interacción entre instituciones e individuos. Las organizaciones son contextos situacionales específicos para el comportamiento humano, más específicamente, para el “individuo institucionalizado”.
El marco de la economía institucional se adapta particularmente a una psicología económica integrada del comportamiento de rebaño, puesto que compensa la debilidad psicológica de ignorar el entorno institucional. El hecho de que la economía institucional tome deliberadamente a las instituciones como unidad de análisis genera, a primera vista, una amplia brecha con los psicólogos, que toman al individuo como unidad de análisis. Pero mirándola más de cerca, se puede superar debido a que las instituciones se pueden definir como “pautas de comportamiento y hábitos de pensamiento comunes, de carácter rutinario y durable, que se asocian con personas que interactúan en grupos o colectividades más grandes”. Cómo funciona esto en el análisis del comportamiento de rebaño se muestra sutilmente en otro estudio de caso psicológico (poco frecuente) de la salida de Intel de la industria de DRAM, que analiza el problema en términos del pensamiento de grupo.
Desde la perspectiva del pensamiento de grupo, la pregunta es por qué y en qué circunstancias el personal de Intel tomó la decisión de retirarse de la industria de DRAM. El personal de Intel se enfrentó a una fuerte cohesión de grupo y a un contexto situacional provocador determinado por una gran tensión ante amenazas externas. Esos dos factores eran condiciones para que surgiera el pensamiento de grupo. La fuerte cohesión de grupo dentro de Intel fue ocasionada por la identidad de la compañía como la primera y muy innovadora compañía de la industria de memorias DRAM. La amenaza colectiva fue una importante crisis para la compañía ocasionada por la pérdida de terreno ante los competidores japoneses durante la recesión económica de mediados de los ochenta. Intel era muy reacia a abandonar las DRAM porque determinaban su identidad colectiva como la compañía de memorias del mundo. Los síntomas de pensamiento de grupo se presentaron cuando las personas que tomaban decisiones en Intel intentaron revivir el negocio de DRAM e invertir fuertemente en esa industria cuando Intel estaba perdiendo dinero. Sin embargo, el pensamiento de grupo se evitó porque la compañía destruyó la vieja identidad como compañía de memorias y construyó una nueva identidad como la compañía de microprocesadores. Esta modificación de la identidad corporativa la hizo aceptable para el personal de Intel y para que Intel saliera de la industria de DRAM.
El ejemplo de la salida de Intel del negocio muestra el incremento del poder explicativo que surge de la integración de ambas perspectivas. Con el tiempo, la compañía tomó la decisión estratégicamente prudente, pero difícil, de salir de la industria de DRAM a pesar de los síntomas de pensamiento de grupo que podrían haber ocasionado una estancia más prolongada y quizá desastrosa en ese negocio. La adición de preguntas acerca del “porqué” y el “cuándo” a la pregunta acerca del “cuánto” en el análisis del comportamiento de rebaño contribuye a la comprensión del individuo institucionalizado. El caso de Intel muestra cuán esencial puede ser este personaje en los procesos de toma de decisiones. En el caso de Intel, cada individuo institucionalizado dentro de la compañía se caracterizaba por la identidad social de ser miembro de la compañía de memorias líder en el mundo y una identidad propia más modesta pero fuertemente relacionada. De hecho, el manejo adecuado del individuo institucionalizado fue lo que permitió que Intel evitara el pensamiento de grupo mediante la metamorfosis de una identidad social positiva en otra identidad social muy positiva. Para resumir con las palabras de Walton H. Hamilton, el caso de la salida de Intel de la industria de DRAM muestra claramente que “es necesario, por tanto, que la teoría económica parta de una teoría aceptable del comportamiento humano. [...] En su lugar, se debe utilizar una teoría de las motivaciones que esté en armonía con las conclusiones de la psicología social moderna”.

Extraído de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=282121961008 de donde se puede leer la versión completa y consultar las referencias que el autor usa.

El Determinismo Social

Las ciencias sociales nacieron marcadas por ciertos determinismos que definían las diferentes escuelas y enfoques. Los principales eran el...