En los últimos años, en el ámbito tanto de las ciencias sociales como de las políticas públicas, (especialmente aquellas destinadas ya sea al reconocimiento de grupos antes marginados o víctimas de diversos abusos o ya sea a la prevención de la desaparición de ciertas culturas) se ha utilizado mucho el concepto de memoria histórica, como una forma de memoria colectiva respecto a hechos que acontecieron en el pasado y que no deben de ‘olvidarse’.
Pues bien, este concepto de ‘memoria’ puede entenderse por lo menos de dos maneras: (1) al estilo Durkheim, como un hecho social real, tan real como cualquier cosa que podemos ver o tocar pero con una naturaleza ‘sui generis’ que, por supuesto, en el holismo durkheimiano nunca se explica; o (2) como una metáfora respecto al hecho de mantener en las personas el conocimiento conciencia de la ocurrencia de ciertos hechos importantes en el pasado.
La primera forma de entenderlo, es la más indefendible por el animismo que lleva implícita, y además porque Durkheim no es del agrado de la mayoría de los científicos sociales actuales. Por ello lo que resta de este articulo hablará de la segunda forma de entender la ‘memoria histórica’.
Así, como toda metáfora, el constructo de memoria histórica ilumina tanto cuanto oscurece. Debemos reconocer que este constructo ha hecho posible la puesta en práctica de políticas y luchas sociales orientadas a la concientización respecto de los hechos y luchas del pasado que de alguna manera configuraron las sociedades en las que vivimos ahora. Estas políticas y estas consignas de diversos movimientos sociales son así más fácilmente entendibles por el público haciendo referencia a un hecho que todos experimentamos, es decir la memoria, pero trasladado a los hechos que la sociedad experimentó, de manera metafórica.
Ahora bien, visto de una manera racional y crítica, esta metáfora, al tomarla como un concepto serio, tiene muchas falencias. En primer lugar, su uso del concepto de memoria. La concepción más precisa y compleja de memoria con la que contamos es aquella que se refiere al proceso cognitivo del cerebro para almacenar entre sus conexiones neuronales cierta información que el individuo experimenta. Esto quiere decir que la memoria implica el almacenamiento de información por parte de alguien. ¿Quién o qué sería lo que almacenaría esa información en el caso de la ‘memoria’ histórica? Será acaso la ‘sociedad’, la ‘historia’, o los individuos. Obviamente que la única respuesta racional es que estos últimos son los que pueden conservar los recuerdos de los hechos históricos que acontecieron, como por ejemplo el caso del terrorismo de SL o del gobierno autoritario de Fujimori en Perú. Ahora bien, de esta observación viene la segunda falencia de la metáfora de la ‘memoria histórica’.
La segunda falencia consiste en que las personas que usan la metáfora de la memoria histórica suelen decir cosas como por ejemplo: ‘Los peruanos no tienen memoria de lo que fue el gobierno de Fujimori en los años 90’, achacándole esta falta de memoria especialmente a las generaciones jóvenes que no ‘recuerdan’ nada. Pues bien, si cualquier ser humano común solo puede recordar aquello que ha vivido, entonces ¿Cómo pedirle a un jovencito que recuerde algo que sucedió cuando ni siquiera nacía o era muy pequeño? He ahí la falencia de esta metáfora, pues aunque superficialmente haga referencia a algo tan conocido como la memoria, en el fondo (tal vez las mismas personas que usan a diario este concepto ni lo noten) también hace referencia a otro proceso social que permanece oscurecido por el uso de la metáfora.
Este proceso social es la transmisión de información sobre hechos importantes acontecidos en la sociedad. Así, si un joven no tiene ‘memoria histórica’ esto significaría desde mi punto de vista que a su alrededor no ha habido una correcta transmisión de la información referida a hechos importantes por parte ya sea de las instituciones educativas o de las personas a su alrededor (en el caso de estos ya sea porque no tuvieron conciencia de lo acontecido o porque no le prestaron la debida atención en sus vidas).
Así, puedo finalmente afirmar que la sociedad no tiene ‘memoria’, esta solo la tienen los individuos, cuyo proceso de memorización (es decir almacenamiento de recuerdos sobre diversos hechos) genera la información, en forma ya sea de discursos orales o de otras acciones sociales, que luego por medio de las diversas acciones sociales será transmitida (o no) a las demás personas, generando así ya sea la preservación o la desaparición de la información relativa a aquellos hechos históricos.
En conclusión, lo que realmente informa la metáfora de la memoria histórica es un proceso social de transmisión de información (que podría denominarse 'proceso de transmisión de historia') que involucra dos tipos de procesos psicológicos, uno de memorización de hechos históricos por parte de aquellos que los experimentaron, y el otro de aprendizaje de lo acontecido en aquellos hechos históricos por parte de quienes interactúan con aquellos testigos o reciben la información por parte de las diversas organizaciones sociales (especialmente educativas).
En conclusión, lo que realmente informa la metáfora de la memoria histórica es un proceso social de transmisión de información (que podría denominarse 'proceso de transmisión de historia') que involucra dos tipos de procesos psicológicos, uno de memorización de hechos históricos por parte de aquellos que los experimentaron, y el otro de aprendizaje de lo acontecido en aquellos hechos históricos por parte de quienes interactúan con aquellos testigos o reciben la información por parte de las diversas organizaciones sociales (especialmente educativas).